Reyes Segundo Quintero
Lo primero que hay que decir es que los seres humanos
tenemos la tendencia a creernos inmunes e incluso impunes a la enfermedad.
Creemos vanamente que a «mi no me va a dar» y nos equivocamos. A todos nos va a
tocar, en mayor o menor medida, pero tengamoslo por seguro que a todos nos
llegará, algunos incluso no se darán cuenta que la padecen o la han padecido,
los asintomáticos, pero mientras no se desarrolle una vacuna certificada, lo
seguro es que todos estaremos expuestos.
Lo segundo, el Covid 19 es un virus extremadamente
impredecible. En mi caso, por lo menos, desde que me comenzaron los primeros
síntomas: una tos seca (sin producto, como dicen los médicos) hasta que tomé
finalmente la decisión de hospitalizarme, pasaron apenas seis (6) días y cuando
llegué a las puertas del hospital apenas si daba unos pocos pasos y sentía el
cansancio y fatiga como de quien ha corrido unos 10 K.
LO SUYO ES DE HOSPITALIZACION
El lunes 16/N día en que fui a consulta con la
neumonologa, fue un día terrible. Con los datos en la mano, placa de rayos X
mediante y porcentaje de saturación de oxígeno en los pulmones, la especialista
me dijo: «lo suyo es de hospitalización. Tiene comprometido 70 por ciento de un
pulmón y el otro 50 por ciento, y la saturación de oxigeno es de 86 por ciento.
Amigo lo suyo de hospitalización para ya». Confieso que cuando me dijo eso me
derrumbe, vi a Virginia mi esposa al lado, y casi se me salieron las lágrimas,
imagino mi cara en ese momento. ¡Hospitalizar, Dios! ¿En una clínica? Soy
trabajador universitario y en estos trágicos más de 20 años, el gobierno
nacional se propuso y lo logró con creces destruir uno de los sistemas más
sólidos de seguridad asistencial que existía en el país, como lo era el sistema
de resguardo de salud de los universitarios. Pensar en ir a una clínica era
para mi una utopia de las más tristes, solo con darme los buenos dias a las
puertas de la emergencia de cualquier clínica en Coro se me iba la poca
cobertura que me pudiera aportar el Fondo Mutual de la Unefm.
La otra alternativa: el hospital o algún centro centinela
del sistema público ¡Diooosssss! Con la fama de estos centros asistenciales. Le
pregunto a la doctora que si puedo hacerme el tratamiento en casa, y me
responde tajante, el problema es el oxígeno. Tu vas a necesitar oxígeno y en tu
casa no vas a tener esa garantía, además necesitas comenzar el tratamiento y la
mayor parte es endovenoso. Yo te aconsejo, me dice la doctora, que te
hospitalices y te recomiendo que vayas al hospital de Coro.
Ese diálogo con la doctora ocurrió en la mañana de ese
lunes 16/N. A las 6:00 de la tarde estaba ingresando al hospital universitario
de Coro, dr. Alfredo Van Grieken, y fue la mejor decisión que pude haber
tomado.
MUCHA MÍSTICA Y POCA GESTIÓN
No soy médico ni mucho menos, pero considero que el
oxígeno fue vital en mi recuperación. Desde que ingresé el lunes a las 6:00 de
la tarde hasta el miércoles aproximadamente a las 9 de la mañana, que me
transfirieron a la sala de observación de hombres, la mascarilla de oxígeno fue
mi más fiel acompañante. Estar en el hospital no fue una experiencia tan
traumática como en un principio me lo imaginé, pero más por el corazón y la
mística que le pone el escaso personal médico, de enfermeras, camilleros y camareras
que allí presta servicio que gracias a la gestión gubernamental.
A veces sólo una enfermera era la que acudía a la guardia
y tenía que ingeniárselas para asistir a la cantidad de pacientes que en ese
momento estaban hospitalizados, que en el caso solo de la sala de observación
de hombres para el momento que yo estuve allí éramos 7 pacientes. Un día la
enfermera que me atendía me confesó: «señor yo no pensaba venir hoy a la
guardia, pero vine porque este es mi trabajo y no quise dejar esto solo, imaginese,
a esta hora mi hija está en casa sin nada que comer y eso no es fácil, uno hace
esto porque le gusta porqué por el miserable sueldo que pagan no es. Yo tengo
que ayudarme limpiando casas, porque sino mi hija se muere de hambre». Ese día
la enfermera estuvo sola, ingrima, en la guardia.
Lo otro es el tratamiento. El gobierno en infinidad de
propaganda se llena la boca hablando de que han controlado el Covid, ponen a
supuestos enfermos recuperados a decir que se recuperaron gracias a que Maduro
y el gobierno le cubrieron el tratamiento, y eso es parcialmente cierto, cuando
no completamente falso.
Lo cierto es que quien no cuenta con recursos propios o
el apoyo de instituciones, como en mi caso el Colegio Nacional de Periodistas y
muchos amigos que se movilizaron y me apoyaron, no puede cubrir el tratamiento
que resulta sumamente costoso. El retroviral, en mi caso Rendesivir, llega a
costar barato, barato, en una reconocida red nacional de farmacias 140$, y en
mi caso tenía que inyectarme 5. Sin contar el resto de los medicamentos,
Clexane, antibióticos, entre otro. Un tratamiento completo gira alrededor de
los 1.500 o más dólares,que cualquiera no los tiene a mano.
Para ser totalmente honestos con la verdad, el secretario
de salud del ejecutivo regional, a instancias de la secretaria general del CNP
Falcon, me visitó en el hospital y me donó varios Clexane y varios
antibióticos, cosa que por supuesto le agradezco. Otro día, la secretaria de
salud nos dio el clexane a varios de los ingresados. Pero señores del gobierno,
no se trata de ayudar a Reyes Segundo Quintero porque es periodista y tiene un
gremio detrás que le respalde. Se trata de que así como gastan dinero inútil en
una campaña electoral para montar un fraude, así como gastan dinero comprando espacios
radiales, televisivos, así como gastan dinero para arrastrar gente a mítines, y
así como dirigentes nacionales gastan dinero en vuelos charter privados para
venir a Coro o a otras partes del país, a amenazar con quitarle la comida a la
gente si no votan, ese dinero lo debieran invertir en los que,
desafortunadamente no cuentan con el apoyo y los recursos para sufragarse dicho
tratamiento.
Lo otro que merece un aparte es lo del tomógrafo. A todos
los enfermos de Covid les mandan a hacer una tomografía de tórax que en la
única clinica que, en este momento la hace, cuenta la módica suma de 220$$
mientras el tomógrafo del hospital esta inexplicablemente infuncional quien
sabe porqué baladí razón.
El gobierno nacional habla de comprar armas a Rusia, a
China o a Turquía, mientras en el hospital de Coro los enfermos de Covid mueren
de mengua sin poder saber el estado real de sus pulmones porque el tomógrafo
está Inservible.
Por no hablar del aire acondicionado de la sala de
observación de hombres que no funciona. En fin, una gestión de salud que solo
se ve en la propaganda oficial, porque en la realidad, la salud en Falcón está
privatizada.
LA SOLIDARIDAD SE AGRADECE
El Covid 19 me afianzó en mi convicción de la gran
solidaridad del venezolano y sobre todo del falconiano. Somos un pueblo
solidario al mil por ciento y eso me lo hicieron sentir la gran cantidad de
amigos, conocidos y allegados que se volcaron a orar por mi salud o brindar su
solidario apoyo con desprendimiento, para todos mi infinito agradecimiento.
Y ya que estoy en eso de los agradecimientos, el primero
y más especial para mi familia, mi esposa Virginia y mi hija Elizabeth que en
esta pasada se graduó de enfermera auxiliar. Mi mamá, La Linda, mi papá, mis
hermanos, mis cuñados, mi suegra, que en seguida se volcaron a brindarme el más
amoroso apoyo.
Al CNP Falcón y a su directiva, encabezada por Anaura
Sequera, por su inmediato y solidario respaldo. A la colega Yokasta Lugo por su
especial apoyo y el cariño y desinterés con que lo brindó.
A mis eternos amigos de la promoción del Pio XII por sus
muestras de cariño y apoyo irrestricto.
Finalmente al equipo de salud del hospital por el cariño
y la mística que le imprimen a su trabajo, ellos son los verdaderos héroes de
este cuento. Un apartado especial a la doctora Graciela González, del Comité de
Apoyo al Personal de Salud del Área Covid 19 de Hospital de Coro, por su
inquebrantable labor para tratar de apoyar la gestión pública de salud, de
nuestro sufrido principal centro de salud. A todos ustedes mil gracias.